Anniversario della morte di don Giussani e del riconoscimento pontificio della Fraternità

09/03/2014 | 13:30 | Messico / Mexico / México | Città del Messico / Ciudad de México
Parroquia de María Inmaculada (Av. Las Torres 79, Col. Alboledas, Tlalpan)

Monseñor Christophe Pierre - Nuncio Apostólico de México

“¿Qué es la cuaresma para mi vida?”. Así dio inicio nuestro retiro de cuaresma, previo a la celebración de la Eucaristía en memoria de don Giussani. Así como el Adviento y la Navidad están llenas de la espera de la salvación y contemplación de un pequeño como un prometedor brote nuevo, la cuaresma nos pone frente a un Cristo adulto, ante quien no puedo no tomar partido: “o lo acepto – decía el padre Giovanni Brembilla de la Fraternidad de San Carlos Borromeo – o me hundo como esclavo en la vejez”. La cuaresma tiene que ver con mi relación personal con Cristo, y no con un discurso de ello.

Luego, tomando como punto de partida, del evangelio de san Juan, el episodio de Jesús con la samaritana; fuimos advertidos de la tentación de ahogar la novedad de Cristo con un discurso religioso (como la samaritana: “los judíos adoran en Jerusalén, los samaritanos en Samaria…”). Cristo, por el contrario, es una Presencia que no puede no provocarme hasta el fondo; reclama toda mi libertad y me hace responsable; llega a ser él el punto en el que tienden a converger todos mis afectos y todo mi trabajo. Me hace adulto.

Cristo, igual que para la samaritana, ha llegado a constituirse significado de mi propia vida y lo opuesto a Él es aquello que renuncia a ser asimilado por Él. En la vida de la Iglesia, estructurada cual lo reclama la vida adulta y novedosa siempre en el encuentro con Cristo presente, la cuaresma nos hace conscientes de la brevedad del tiempo, haciendo de éste ‘memoria de Cristo’.

Enseguida, un espacio de silencio fecundo para regresar luego a la asamblea. Un bello momento en que el trabajo personal fue expresado en forma de inquietudes, preguntas y testimonios. Fue significativo que el común denominador de las intervenciones fue el afecto y el trabajo. Más que entrar en la dinámica de preguntas y respuestas, nos encontramos todos con la inquietud y el deseo de que Cristo llegue hasta esas dimensiones tan concretas de la vida cotidiana.

Finalmente, la Eucaristía. El deseo con el que concluimos la asamblea adquirió tonos exponenciales, pues con la Misa, además de cerrar el encuentro, agradecíamos a Dios por el don del Movimiento en la conmemoración del aniversario de vida, el reconocimiento pontificio, y el aniversario del fallecimiento de don Giussani. Presidió la Eucaristía el Nuncio, Mons. Christopher Pierre, quien no escondió el afecto que tiene por don Giussani y el movimiento.

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